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LOS DIAS DE LA REVOLUCION
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Detalles
Editorial: ALFAGUARA
I.S.B.N.: 9789877389258
Encuadernación: RÚSTICA
Sinopsis
Querido lector:

Te preguntarás por qué me pongo a escribir un libro de Historia cuando todos los míos anteriores son ficciones, es decir, historias inventadas.

Y es que antes de empezar a escribir ficción estudié Historia. Obtuve mis títulos de profesor y de licenciado y me dediqué durante muchos años a enseñar en la universidad y en escuelas secundarias. De hecho, sigo enseñando. ¿Por qué, además, quise escribir un libro?

Fragmento
El Virreinato del Río de la Plata (…)Uno de los procesos más trascendentes que tienen lugar en el siglo XVIII es la creciente importancia del “mundo Atlántico”: las regiones europeas, americanas y africanas bañadas por ese océano se integran paulatinamente en un sistema de intercambios cada vez más fluido.

Ojo: que sea fluido no significa que beneficie por igual a cada una de esas regiones (sirva como ejemplo que la “integración” de África en esta triangulación tiene que ver, sobre todo, con el envío de enormes contingentes de población esclava hacia América). Al mismo tiempo, la navegación oceánica en este siglo se vuelve más segura, por motivos que van desde la drástica disminución de la piratería a las mejoras técnicas en los barcos, pasando por la cartografía y los instrumentos astronómicos. El Imperio Español no escapa a estas influencias. Queda en el pasado, entonces, la época en la que el interés medular de la corona española está recostado sobre el Pacífico, la minería de la plata y un sistema de comunicación rígido y arcaico como el de flotas y galeones. En el nuevo escenario, los estrategas de la corte de Madrid piensan que la mejor manera de llevar a España la plata altoperuana ya no es el viejo circuito a través de Panamá. No, señor. Es mucho más conveniente sacarla a través del puerto del que dispone la corona en la margen occidental del Río de la Plata: esa pequeña y marginal (aunque cada vez será menos pequeña y menos marginal) ciudad de Buenos Aires. Sobre ese eje Potosí-Buenos Aires se organizará el nuevo virreinato. Pero no sólo el Alto Perú pasará a depender de la nueva estructura. En el renovado contexto internacional es importante defender el Imperio de la expansión que los portugueses, incansables, siguen intentando desde Brasil. La región de las misiones, de las que los jesuitas acaban de ser expulsados en 1767, es una zona de conflicto permanente. Y la Banda Oriental es otra: los portugueses han fundado allí su Colonia do Santíssimo Sacramento, una pequeña ciudadela fortificada ni más ni menos que frente a la propia Buenos Aires. Desde esa fundación, en 1680, Colonia cambiará de manos varias veces, hasta que de modo casi simultáneo con la creación del Virreinato del Río de la Plata la corona española la reconquiste de manera definitiva. Si quisiéramos traducir la extensión territorial del Virreinato creado en 1776 a los países que en la actualidad han tomado su lugar, diríamos que abarca casi con exactitud los territorios de Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Visto así, en un mapa como el de la página siguiente, el Virreinato luce gigantesco y sólido, dominando el sur del continente. Sin embargo, la realidad va a desmentir pronto esa solidez.

Tal como venimos analizando, las reformas no siempre son bienvenidas. Y, en efecto, difícilmente en Lima se haya recibido con alegría la novedad de que el Alto Perú, y sus riquezas, ahora quedarían vinculados comercial y tributariamente con Buenos Aires. Para el propio Alto Perú esta reorientación de sus tráficos comerciales tampoco era una buena noticia.

¿Más resquemores generados por la nueva creación? Los de la Capitanía General de Chile, de quienes dependía hasta ese momento la región de Cuyo. El hecho de que Mendoza, San Juan y San Luis pasen a depender de Buenos Aires tampoco es recibido con alegría al otro lado de los Andes. Y lugares como Córdoba, Salta y Tucumán consideraban que sus instituciones eran mucho más sólidas y prestigiosas que las de esa advenediza Buenos Aires a la que, de ahora en adelante, se verían obligadas a obedecer. Esos rencores aparecerán, y de modo muy virulento, cuando se abra la crisis del poder español, a principios del siglo XIX.

*Fragmento de "Los días de la revolución (1806-1820). Una historia de Argentina cuando no era Argentina", de Eduardo Sacheri.

En las últimas décadas la investigación histórica se ha renovado mucho en la Argentina, con preguntas nuevas y aproximaciones mucho más ricas y diversas que antes. Y sin embargo esos trabajos no han conseguido, en general, abrirse paso en el sentido común más o menos compartido por la sociedad. Al contrario: siguen muy vigentes, en esa "agenda pública", discursos históricos moralizadores, que no se proponen comprender sino juzgar y que simplifican nuestra perspectiva con anacronismos y visiones épicas que dificultan nuestra posibilidad de entender ese pasado colectivo.

Por eso es importante que los que enseñamos Historia hagamos lo posible por facilitar el encuentro entre el trabajo académico más serio y actualizado y la sociedad a la que ese trabajo está destinado. Creo que esa es una de las principales funciones de quienes nos dedicamos a la docencia.

En Los días de la Revolución, mi primer libro de Historia, vas a encontrarte con una posible explicación del proceso revolucionario que sacude y derrumba el Virreinato del Río de la Plata entre 1806 y 1820.

La Argentina no "nace" automáticamente de ese proceso. Al contrario: es producto de una larga, accidentada y compleja evolución. Pero es cierto que algunas de las claves de esa construcción hunden sus raíces en esos tiempos revolucionarios, en esas personas, en esas circunstancias y en esas peripecias. Y aquellos años de principios del siglo XIX, cuando el Imperio Español estalla en pedazos, habitan también en nosotros, en lo que somos en el siglo XXI. Este libro es una invitación a explorar juntos esos vestigios cargados de significado.
Eduardo Sacheri